Sudamérica en bicicleta: un viaje interior: 36, QAQACHAKA

Este día se presentó soleado, lo que permitió que a pesar de la fría noche, pudiésemos partir pronto y con José ya aliviado, nos propusimos compensar la corta distancia que avanzáramos ayer.

Las omnipresentes cuestas nos llevaron siempre bordeando los 4200 msnm y más tarde, casi como una costumbre, el terrible viento norte, pero esta vez más intenso si se puede, hicieron que los 78 km que recorrimos fueran los más sufridos hasta el momento y este tramo nos hizo ver la hostilidad de la geografía boliviana. Finalmente y ya sin fuerzas, llegamos al cruce de un poblado llamado Qaqachaka. Allí vimos una construcción muy peculiar que habíamos visto en otros parajes y sabíamos de una conversación con un paisano, que se trataba de refugios para gente de paso. Nos acercamos y constatamos que la puerta se encontraba abierta y entramos. Si bien los vándalos habían dejado su huella, destrozando vidrios y saqueando los aparatos del baño, el refugio nos ofrecía lo mínimo que requeríamos en aquellas circunstancias; cuatro paredes y un techo. Armamos nuestra carpa dentro y nos preparamos para la que sabíamos iba a ser una cruda noche, pues nos encontrábamos a una altitud de más de 4000 msnm. Lo fue y de que manera! A la mañana siguiente una botella con agua que había quedado por fuera de la carpa, pero dentro de la habitación, amaneció congelada, lo que supone que la temperatura fue bien por debajo de cero grados en el interior y pensamos que a la interviene pudo ser de -6 o -7 grados centígrados, quizá menos, pues no lográbamos entrar en calor hasta bien avanzada la mañana siguiente, a pesar de que el sol brillaba con intensidad. En resumen, por todas las fatigas del día, por la distancia recorrida, por lo mal que nos alimentamos, pues las provisiones menguaban y no había donde comprar y luego por la descarnada temperatura nocturna, podemos decir que hemos experimentado la peor etapa de la aventura y la que no nos deja ningún deseo de repetirla.