Pero nos equivocamos. Sin exagerar, fuimos ascendiendo de manera continua, pronunciadas cuestas, que una tras otra se sucedían sin cesar y si se suavizaban un poco, arreciaba un viento helado y frontal que detenía las bicicletas. Así fuimos luchando rumbo a un alto cerro que a la postre resultó ser el famoso Cerro Rico, el de las minas de plata, que hizo crecer la ciudad de Potosí a su pie.
Ninguna duda nos queda que fue la etapa más dura de cuantas hemos encarado, llegando a pasar los 4350 msnm cuando bordeábamos el cerro y la única tregua que tuvimos, fueron los últimos 3 km, cuando cruzamos a la otra vertiente de la ladera. Al menos en ese tramo, pudimos disfrutar la velocidad.
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