En una oportunidad que paramos en un puente para alimentarnos y beber, se acercó Robinson, que es un artesano en arcilla y madera, que vive a orillas de ese arroyo.Nos pidió que le inflemos la rueda de su carretilla y a cambio nos convida con café de su propia cosecha. Nos hace pasar a su casa y nos cuenta muchas cosas interesantes.
Pocos kilómetros más adelante, en el puente sobre el río Betione, escuchamos el ruido característico de cascadas y decidimos investigar.
Encontramos dos pequeñas cascadas en el río de aguas cristalinas y unas estructuras en madera, como puentes, que nos despertaron curiosidad y seguimos investigando. Sorpresa nos llevamos cuando encontramos entre la vegetación, todo un complejo tipo balneario y dos cascadas más caudalosas. Finalmente un edificio grande y un cartel que indicaba que se trataba del Balneario Municipal de Bodoquena, pero abandonado e inconclusoSin dudarlo mucho, decidimos acapar allí, ya que habíamos hecho 63 km y las aguas cristalinas del río invitaban a un chapuzón.
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