Pero ninguna etapa es fácil, como ya lo he aprendido y a los pocos kilómetros de viaje empezó a llover. Esperé a que parara y luego continué. Lamentablemente no por mucho tiempo pues faltando 20 km para llegar me agarro la lluvia de nuevo.
Menos mal que estaba frente a una caseta de madera en la que pude guarecerme y hasta desplegué mi colchoneta y dormí hasta que por fin dejó de llover.
Reemprendí la marcha y llegué a destino a la hora 15:30. Puerto Esperanza dormía su siesta. No fue hasta media hora más tarde cuando llamé por teléfono a mi anfitrión, Alan Rodríguez, y unos minutos más tarde ya estaba en su casa.
El mismo Alan me presentaría luego a la que sería mi anfitriona por los siguientes días y La Granja de la Abuela sería mi hogar en la prolongada pausa que haría en Puerto Esperanza.